EL FUTURO DEBE SER DE LOS PEQUEÑOS (II)
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UNA CUESTIÓN PRÁCTICA
Buscando la recuperación del sentido común (en la actualidad el menos común de los sentidos), se debe afrontar cualquier producción alimentaria efectivamente sostenible desde enfoques lo más prácticos posibles. Pero, ¿cómo se puede ser práctico ante un mercado alimentario globalizado que depende de las decisiones de una serie de macroagentes lejanos a nuestras necesidades y realidades?
A tan compleja pregunta hay una respuesta muy sencilla. Una actividad minifundista no debe formar parte del mercado global. Por pura lógica y supervivencia. Hay que crear mercados propios.
La idea de crear un mercado propio parece una labor complicada. Buscar consumidores conscientes e implicados lleva un tiempo y esfuerzos varios. Partiendo de una evidente falta de concienciación social generalizada en cuanto a las prácticas de consumo en la actualidad, también es cierto que cada vez más personas se plantean no solo comprar producciones alimentarias locales, sino definir cuáles son sus prioridades vitales en cuanto al consumo en general.
Las "necesidades impuestas" por el mercado globalizado no tienen porqué ser realmente necesidades. Las necesidades de cada cual las elige cada cual. Y esto es una cuestión de responsabilidad en pro de un ejercicio de libertad real y efectiva. Así de simple.
Si seguimos pensando en producir lo que el mercado global necesita estaremos repitiendo los mismos errores, permitiremos que el mercado global nos esclavice, pues produciremos en base a las necesidades de este mercado global. Hay que cambiar el enfoque. Y éste comienza por darle la vuelta a la tortilla, cambiar el enfoque y la dirección a tomar:
Por si no queda claro: la segunda es la mejor opción para cualquier minifundio.
Una de las variables más importantes a tener en cuenta para comenzar una planificación productiva es saber qué se puede producir en el entorno en el que cada cual se integra. Lo hemos oído muchas veces, cultivos y razas autóctonas (o cultivos y razas adaptables) aportan seguridad productiva pues tendremos más probabilidades de éxito. Además, siendo productos de temporada, son nutricionalmente mejores y más fáciles de sacar adelante.
Si hablamos de productos de temporada para venta en fresco hay que tener un dato muy claro. ¿Cuánto tiempo pasa entre la cosecha de un cultivo y la entrega al consumidor? En esta variable radica la calidad del producto. Y para esto hay que tener un canal de distribución muy corto, lo más corto posible.
Recordemos que un canal de distribución corto implica menor dependencia de combustibles fósiles. Una producción de temporada implica menor necesidad de fertilización, de controles de plagas y, en consecuencia, menor esfuerzo.
Por lo tanto, en base a las reflexiones anteriores (y aún hay más), el minifundio debe estar alejado y separado del mercado global. El minifundio debe ser autogestionado incluso con su propio mercado.
A tan compleja pregunta hay una respuesta muy sencilla. Una actividad minifundista no debe formar parte del mercado global. Por pura lógica y supervivencia. Hay que crear mercados propios.
La idea de crear un mercado propio parece una labor complicada. Buscar consumidores conscientes e implicados lleva un tiempo y esfuerzos varios. Partiendo de una evidente falta de concienciación social generalizada en cuanto a las prácticas de consumo en la actualidad, también es cierto que cada vez más personas se plantean no solo comprar producciones alimentarias locales, sino definir cuáles son sus prioridades vitales en cuanto al consumo en general.
Las "necesidades impuestas" por el mercado globalizado no tienen porqué ser realmente necesidades. Las necesidades de cada cual las elige cada cual. Y esto es una cuestión de responsabilidad en pro de un ejercicio de libertad real y efectiva. Así de simple.
Si seguimos pensando en producir lo que el mercado global necesita estaremos repitiendo los mismos errores, permitiremos que el mercado global nos esclavice, pues produciremos en base a las necesidades de este mercado global. Hay que cambiar el enfoque. Y éste comienza por darle la vuelta a la tortilla, cambiar el enfoque y la dirección a tomar:
El mercado global demanda y producimos en base a esta demanda
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Producimos en base a nuestras posibilidades y buscamos mercados que se acoplen a nosotros
Por si no queda claro: la segunda es la mejor opción para cualquier minifundio.
Una de las variables más importantes a tener en cuenta para comenzar una planificación productiva es saber qué se puede producir en el entorno en el que cada cual se integra. Lo hemos oído muchas veces, cultivos y razas autóctonas (o cultivos y razas adaptables) aportan seguridad productiva pues tendremos más probabilidades de éxito. Además, siendo productos de temporada, son nutricionalmente mejores y más fáciles de sacar adelante.
Si hablamos de productos de temporada para venta en fresco hay que tener un dato muy claro. ¿Cuánto tiempo pasa entre la cosecha de un cultivo y la entrega al consumidor? En esta variable radica la calidad del producto. Y para esto hay que tener un canal de distribución muy corto, lo más corto posible.
Recordemos que un canal de distribución corto implica menor dependencia de combustibles fósiles. Una producción de temporada implica menor necesidad de fertilización, de controles de plagas y, en consecuencia, menor esfuerzo.
Por lo tanto, en base a las reflexiones anteriores (y aún hay más), el minifundio debe estar alejado y separado del mercado global. El minifundio debe ser autogestionado incluso con su propio mercado.
