EL FUTURO DEBE SER DE LOS PEQUEÑOS (I)


Ilustración: Yuriy Mazur - Ucrania


REPLICA SISTEMAS NATURALES

Solo hace falta fijarse en los patrones naturales para entender que somos parte de ellos, pues los imitamos constantemente. Al igual que la inclinación de una placa solar puede imitar el movimiento e inclinación de los girasoles, la tecnología humana ha intentado imitar la naturaleza desde siempre para poder progresar y mejorar nuestras condiciones de vida.

Nos encontramos ante un escenario imprevisible en lo climático, subdesarrollado en lo social y obsesivo crónico en lo económico. El afán por la rentabilidad económica traducida exclusivamente al valor del dinero nos lleva a sostener unos objetivos productivos de explotación de recursos alejados de la realidad de cualquier patrón natural. Y así nos va.....

Sin querer profundizar en el tema, pues no es la idea, ni tengo la capacidad, un átomo se puede definir como la unidad constituyente más pequeña de la materia. Se puede cuantificar de manera generalista como la diez mil millonésima parte de un metro. Algo prácticamente inimaginable para nosotros.

Por lo tanto, la cantidad de pequeñas unidades (átomos) que constituyen un cuerpo, el humano por ejemplo, es incalculable. Estamos formados por un sistema de sistemas de sistemas de sistemas......que aún no somos capaces de descifrar, ni conocer, ni mucho menos controlar.

Cada elemento constituye en constante asociación/interacción la dinámica vital necesaria para la vida. Nuestros órganos superiores necesitan de estas pequeñas dinámicas para seguir funcionando correctamente. No podemos sobrevivir sin todas las interacciones. No somos solo piel, hígado, corazón, triglicéridos,..... Somos mucho más que eso, aunque no seamos conscientes de ello.

La idea de estos párrafos anteriores es mostrar la importancia de lo más pequeño para hacer funcionar un cuerpo, un sistema. La estructura de cualquier sistema natural está basada en innumerables microelementos que cumplen sus respectivas funciones en pro del equilibrio del sistema. Y estas funciones son fundamentales. Lo que vemos como un insignificante elemento propenso a ser eliminado de la ecuación sin afectar demasiado al funcionamiento de un sistema, puede ser el inicio de la debacle sistémica.

Es tarea complicada encontrar una analogía entre la infinidad de elementos que necesariamente sustentan el equilibrio de un cuerpo y nuestro sistema socioeconómico alimentario globalizado, pues actualmente el modelo imperante va en la dirección contraria. Le llaman ecocidio. Un sistema no puede perdurar con unos pocos grandes elementos que imponen sus necesidades sin tener en cuenta a quienes los sustentan, todos los demás, los pequeños, siempre en mayoría. La concentración de poder y protagonismo en una serie tan limitada de elementos genera unas desigualdades monstruosas que nos llevan a la enfermedad, a las crisis, al desequilibrio.

Desde cualquier punto de vista humano apegado a la tierra, el modelo de sistema imperante es un generador de desigualdades en cualquier punto del planeta. Como raza, la humana, somos un colectivo ecléctico por razones climáticas, culturales, colectivas e individuales, entre otras. Aunque la diferencia en estos aspectos no debe marcar la desigualdad en cuanto a derechos y deberes para una sociedad que busque el bien común. Y necesitamos recuperar esta última idea antes que sea demasiado tarde.

Cada cual de nosotros somos átomos de un sistema al que pertenecemos y dentro de éste tenemos nuestras funciones. Estas funciones son necesarias para un correcto y equilibrado funcionamiento del sistema. De otro modo, estamos condenados al fracaso como colectivo. 

Somos pequeños y tenemos derechos fundamentales. Hay que construirlos y defenderlos si fuera necesario. Somos pequeños y tenemos deberes. Sobre todo, el deber de responsabilizarnos de nuestras actividades diarias, de nuestras decisiones. Con el objetivo de crear pequeñas fuerzas colectivas que nos protejan (incluso de nosotros mismos).

El futuro es una entidad muy grande, enorme. Esta entidad podrá ser estable y equilibrada si es construida por muchas actividades pequeñas, por muchos microelementos. De otro modo, seguiremos con lo que ahora tenemos. Y empeorando....

Multitudes de manos e ideas para objetivos comunes y decrecentistas. El futuro es de los pequeños. Hay que tomar las riendas.


Las organizaciones naturales eficaces según Sun Tzu  tienen tres características:

1.- La duración de su existencia se corresponde con el plazo de tiempo necesario para cumplir su propósito

2.- Se basan en la información. Buscan datos y los utilizan como base para sus actos. Evitan las opiniones no fundadas y las conjeturas, y optan por enfrentarse a las situaciones de incertidumbre estimando razonablemente las posibilidades

3.- Son completamente flexibles y totalmente adaptables. Reaccionan con rapidez y con eficacia ante los cambios de entorno que afecten a su capacidad para cumplir su propósito definido




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